Bonita ciudad, puente entre Europa y Asia que esconde rincones muy emblemáticos y que se muestra al mundo como icono entre dos mundos (Europa y Asia) y dos culturas muy distantes, la cristiana y la musulmana.
Seguramente en mi viaje solamente pasé por los lugares más turísticos, quedo incluso en mi memoria el cartel con la inscripción Gïris que en casi todos los monumentos identificaba cual era el paso que debíamos seguir todos los turistas.
Mi viaje comenzó con un paseo por la plaza donde antiguamente estaba el hipódromo, aunque en la actualidad solamente queda un obelisco y un monolito saqueado.
Desde allí pasamos a ver la Mezquita Azul, uno de los lugares quizás más fotografiados de este país, junto con Santa Sofía donde su amplia sala central deja ver unos bonitos mosaicos de tonalidades azules que dan nombre a esta mezquita. Junto a esta Mezquita, y recorriendo unos pocos metros, se encuentra Santa Sofía, antigua iglesia y mezquita que actualmente esta convertida en un museo, donde puedes quedar impresionado por su cúpula central que presume en estos momentos de ser la cuarta más alta del mundo. Dentro de este museo se puede ver como el paso de diferentes culturas religiosas hizo que parte de su legado cultural haya sido tapado y destapado a lo largo de los años.
Siguiendo con la ruta seguida mi primer día nos dispusimos a visitar el Palacio de Topkapi y su Harem, un lugar donde con un buen guía te puedes sumergir a la antigua cultura de los sultanes turcos, si bien si deseas visitar el palacio y el Hare deberás pasar dos veces por taquilla.
Dentro del Palacio, sus jardines invitan al descanso, máxime si ya pasaste por la visita de la Mezquita Azul y de Santa Sofía, aunque el restaurante en el que comimos en su interior no destaque precisamente por la rapidez de su servicio.
Ya en nuestra segunda jornada, y después de habernos familiarizado con las llamadas a la oración de las Mezquitas, quizás un tanto molestas a primeras horas de la madrugada mientras aun dormíamos, iniciamos con la visita a una pequeña iglesia en uno de los barrios no tan céntricos como en el que estábamos alojados, la iglesia de San Salvador de Chora, que pese a su humildad exterior alberga unos muy bonitos mosaicos en casi todas sus paredes (Algunos de ellos deteriorados por el paso del tiempo).
Desde allí nos dirigimos a visitar otra de las cosas, digo cosas más que lugar, que representan de alguna manera la cultura local, uno de sus bazares, en este caso el egipcio, que destaca por la comercialización de productos alimenticios: especialmente dulces reñidos con cualquier régimen hipocalórico y especias, si bien ambas cosas merecen la pena como suvenir del viaje.
Después de haber comprado nuestros suvenir en el bazar de las especias, nos dispusimos a visitar la cisterna más grande, o eso nos contaron, de las que hay en la ciudad, la Cisterna de Yerebatan, ubicada en las proximidades de la Mezquita Azul, Santa Sofía y el hipódromo.
Tras la correspondiente pausa para la comida en un barrio de pescadores dejamos la tarde para poder continuar visitando otro de los iconos de la ciudad: El Gran Bazar,
Tras todo este cumulo de lugares visitados solamente y con la consiguiente pausa culinaria para la cena, en una pequeña cisterna habilitada como restaurante en la actualidad,….¡solo queda tiempo para descansar y preparar la tercera jornada en Turquía! .
Para este tercer día tenemos reservado la visita al Palacio de Dolmabahce, ubicado a orillas del Bósforo, majestuoso por sus escalinatas y salones, aunque para mí también muy bonitas las vistas que ofrece del mar Bósforo y en lo más lejano de Santa Sofía y de la Mezquita Azul.
Desde la salida del palacio, nos embarcamos en uno de los ferris que hay en las proximidades para realizar un bonito paseo por el mar que separa la parte asiática de la europea y sobre el que en la actualidad cruzan dos puentes intercontinentales.
Tras la comida, y para este último día completo en Estambul un pequeño paseo por una de sus zonas mas similares a cualquier centro de una gran ciudad europea occidental, la Plaza Taksim, desde nos dirigimos a pie por una calle peatonal hasta los pies de la Torre Galata, desde cuyo mirador obtuvimos una maravillosas vistas del Cuerno de Oro, y de la zona de Santa Sofía y Mezquita Azul
Ya como colofón de este viaje, durante la noche de esta última jornada, pudimos contemplar una pequeña exhibición de danza del vientre.
Realizado entre el 16 y el 20 de octubre de 2010
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